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Conciertos y Desconciertos

Probando a insertar archivos de audio

Es el segundo intento. La melodía de los dibujo animados de la Warner


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Encuentro

Encuentro

Quiero que hagamos un experimento, que intentemos sentirnos el uno/a al otro/a simultáneamente. Se trata de acostarnos el uno/a junto al otro/a y abrazarnos, salvando los 5.600 kilómetros que nos separan. ¿Lo hacemos?

Si te parece bien, lo primero es organizarlo, ponernos de acuerdo en el momento exacto de nuestra "cita". ¿Qué te parece el miércoles a las 8 de la noche tuyas y a la medianoche mía? Entonces, un poco antes de esa hora, hemos cada uno de preparar el encuentro. Recoge tu dormitorio, que esté limpio. Coloca algunas velas y enciéndelas, si tienes incienso también. Si quieres pon música de fondo pero bajita (yo creo que no pondré, prefiero el silencio). Apaga las luces eléctricas, que sólo el resplandor de las velas ilumine tu cuarto.

Falta poco para la cita y los dos hemos preparado nuestros dormitorios. Ahora desnudémonos; si quieres déjate las bragas, pero quítate todas las otras prendas. Así desnudos, echémonos sobre la cama (espero que no tengas frío; yo habré previamente caldeado un poco la habitación).

Estamos boca arriba, con los ojos cerrados. Ponemos las manos en el centro del pecho, sobre el cuarto chakra. La mano derecha sobre el pecho, la izquierda sobre la derecha, los dedos de cada mano unidos. Nos relajamos concentrándonos en la respiración. No pensamos en nada, dejamos que la mente vaya a donde quiera, se abra para que yo pueda entrar en la tuya y tú en la mía. Así, estamos un ratito, hasta que suena la hora de la cita.

Previamente debemos habernos "cargado" del otro/a: tú de mí, yo de ti. Yo miraré larga y amorosamente tus fotos, oiré los tres mensajitos que mantengo atrapados en mi contestador, releeré algunos de tus mails. A lo mejor, hasta me imprimo la foto en que me enviabas un beso y la pongo en la mesilla, junto a la cama. Tú haz lo que mejor te parezca, pero intenta llenarte de mí antes de echarte en la cama.

Vale, en tu dormitorio son justo las 8, en el mío es exactamente la medianoche. Tenemos que empezar a pensar el uno/a en el otro/a, a llamarnos mental e intensamente. Y de pronto yo voy a estar echado a tu lado en tu cama y tú vas a estar echada a mi lado en mi cama. Y cada uno/a, sin movernos, notamos el peso del otro/a al lado. Notamos también, aunque de forma muy tenue, su calor; sentimos, también muy tenue, su latido. Nos quedamos un ratito (entre cinco y diez minutos) así quietos: sintiendo cada uno al otro a su lado. Durante ese breve tiempo nos hablamos, nos saludamos. Díme lo que te apetezca, susurra tus palabras; yo haré lo mismo. Tenemos que oírnos.

Por cierto, importante: Yo estaré a tu derecha, así que acuéstate por el lado izquierdo de la cama. Obviamente, yo me acostaré en el lado derecho de mi cama para dejarte a ti el izquierdo.

Pasado ese primer ratito del encuentro extendemos una de nuestras manos separándola del pecho. La mía será la izquierda, la tuya será la derecha. Ambas manos se encuentran y nuestros dedos se entrelazan. Concentrémonos en los dedos de esa manos, notemos el tacto de los otros dedos que, desde tan lejos, nos están tocando. Así otro ratito, yo apretando mis dedos y sintiendo los tuyos y tú lo mismo. Y durante estos cinco o diez minutitos, te seguiré susurrando palabras bonitas y quiero oír las que tú me digas.

Ahora gírate, ponte de lado acostada sobre tu lado derecho. Yo estoy haciendo lo mismo, sobre mi lado izquierdo. Nos estamos mirando, pero no abrimos los ojos, no hace falta. Estoy dejando que mi mirada se hunda en tus preciosos ojos; haz tú lo mismo. Sonreímos mientras nuestras miradas repasan nuestras caras, veo que te brillan los ojos y entreabres los labios; seguro que yo estoy haciendo lo mismo.

Seguimos con los dedos entrelazados, y ahora el otro brazo (mi derecho y tu izquierdo) se separan de nuestros respectivos pechos y se extienden hacia el otro/a. Alarga tu brazo y tócame la espalda ... y siéntela en las yemas de tus dedos, luego apoya la palma de la mano. Nos acercamos más el uno al otro (nos movemos cada uno hacia el otro, apenas un poquito, serpenteando el cuerpo sobre la cama). Mi brazo derecho abarca ahora todo el ancho de tu torso y empiezo a acariciar, muy despacio la parte alta de tu espalda. Mientras tú me estás haciendo lo mismo.

Nos soltamos las manos y acariciamos muy despacio la cara del otro/a. Yo haré lo que cuenta Cortázar en el capítulo 7 de Rayuela; te lo transcribo:

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar ....

Estaré un ratito dibujando tu boca con la yema del dedo índice izquierdo; luego te perfilaré los ojos, luego varios dedos juguetearán con los lóbulos de tus orejas. Durante esa exploración de mi mano izquierda, la derecha levantará los dedos sobre tu espalda y estos, pasito a pasito, subirán hasta el cuello, hundiéndose por debajo de tus rizos rubios. Y deditos que pasarán a ser mano acariciando el cuello ... ¿Qué estarás haciendo tú mientras? Que quiero sentirlo.

Llevamos ya un ratito (otros cinco minutitos) acariciándonos la cara. Ahora yo te la voy a coger con las dos manos, una en cada mejilla y quiero que, al mismo tiempo que lo hago, tú estires los brazos y me rodees el cuello. Y entonces volvemos al capítulo 7 de Rayuela (ligeramente modificado por mí):

Nos miramos (con los ojos cerrados), de cerca nos miramos, cada vez más de cerca, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan
entre sí, se superponen y nuestras respiraciones se confunden (notas mi aliento en tu boca y yo el tuyo en la mía). Y entonces, nuestras bocas se encuentran tibiamente, nos mordemos con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en el recinto oscuro de nuestras bocas hasta ahora desconocidas, saboreando un aire húmedo y pesado que va y viene con un perfume viejo y un silencio.

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura ... Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Y ahora, con mi boca llena de la tuya (y espero que a la inversa), te abrazo y pego mi cuerpo al tuyo. Quiero notar tu calor en mi piel, siento tu carne que acoge la mía y me dejo ir, relajado, a las sensaciones de tu cuerpo. Resbalo mi cara por tu cuello y te beso suave debajo de la oreja y te susurro lo que te puedes imaginar. Y así, abrazados, nos quedamos otro ratito.

Y nos dejamos ir el uno/a al otro/a. Ha pasado media hora, quizás algo más. Abrimos despacio los ojos y sonreímos al que se ha ido. Pero confío en que nos hayamos sentido mutuamente. Que nuestras dos mentes y energías sincronizadas hayan logrado más que una mera ilusión.

Sólo quiero experimentar sentir tu piel. Nada más; cualquier otra cosa sería pedir demasiado y la reservo para otros encuentros, ya no virtuales. Pero tenemos que hacer todo lo que te he descrito los dos a la vez, sin sentirnos ridículos, creyéndonos de verdad que estamos con el otro/a. ¿Quieres que lo intentemos en serio, que pongamos en ello nuestro empeño? Confírmamelo.

La Mujer Justa

La Mujer Justa

En agosto pasado, en pleno desconsuelo del abandono, me tocó leer la novela "La Mujer Justa" escrita por el húngaro Sándor Márai en 1949 (en ese año publica la versión definitiva, estando ya en el exilio). El libro se compone de tres monólogos, uno por cada uno de los tres personajes de una relación amorosa triangular. Primero, en una elegante cafetería de Budapest, una mujer relata a su amiga cómo descubrió que su marido estaba entregado en cuerpo y alma a un amor secreto que lo consumía y cómo ella intentó en vano reconquistarlo. Segundo, también en la capital húngara, el hombre confiesa a un amigo cómo dejó a su esposa por la mujer que deseaba desde años atrás para después perderla para siempre. Finalmente, en una pequeña pensión romana, esta mujer cuenta a su joven amante cómo ella, de origen humilde, se había casado con un hombre rico pero el matrimonio había sucumbido al resentimiento. Cada uno de los tres personajes cuenta su vida (cada uno un periodo distinto) como si respondiera a una ley inmutable que ninguno de ellos podía cambiar, con un realismo crudo y fatalista, con la resignación de saber que la felicidad es un estado que no les está permitido conseguir.


Como otras novelas que he leído de Márai, ésta es muy buena. Pero su lectura coincidió con ese estado de ánimo en que parece que lo escrito lo está para ti, que el autor está hablando de asuntos que te conciernen. "La Mujer Justa" fue, entonces, la novela justa. En ese tiempo pensaba mucho, escribía mucho, le daba mil vueltas a lo que me (nos) estaba pasando. Leí el libro con un lápiz rojo, subrayando aquellas frases que más me tocaban. Luego, por las noches, las transcribía al ordenador y anotaba algunos comentarios propios.


Paso ahora a este blog absurdo algunos de esos comentarios, ya con algo más de medio año de edad. En este periodo han ido evolucionando mis sentimientos, mi manera de entender las cosas y, sobre todo, de valorarlas. Lo que entonces era negativo he empezado a verlo de forma positiva, en términos de cambio, de oportunidad de renacimiento. Mucho han contribuido algunas personas, cada una a su manera, pero todas dándome cariño. Si releyera el libro ahora quizás no me resultara tan elocuente o quizás me sugeriría otras reflexiones.


Las almas apasionadas son orgullosas, sufren muchísimo (pag 58)

Preguntas: ¿y los orgullosos son apasionados?¿El sufrimiento es el producto de la interacción de pasión y orgullo? En R, desde luego, hay orgullo y pasión.

Dios no permite que ahoguemos con pasiones las grandes cuestiones que nos plantea la vida (pag 59)

Pero, ¿cuáles son las grandes cuestiones? En todo caso, es cierto que las pasiones ahogan todo lo ajeno; más que ahogar, yo diría que lo barren como un vendaval. Pero lo ajeno (sean o no grandes cuestiones) sigue ahí. Y cuando dice Dios (es un sacerdote quien habla) ¿quiere decir el principio de lo justo? En tal caso, estaría afirmando que no es lícito, que es éticamente malo dejar que las pasiones ahoguen las grandes cuestiones de la vida.

Usted quiere privar a un hombre de su alma. Eso es lo que siempre quieren hacer todos los enamorados. Y eso es pecado. (pag 59)

El pecado es lo éticamente malo (prescindamos de las acepciones religiosas). En la siguiente frase se aclara: pecado es no contentarse con lo que una persona (la que amamos) nos da libremente y exigimos sus secretos, su libertad. El ansia de poseer el alma del amado quizás no sea ilícita; en todo caso va aparejada al amor (sobre todo al amor pasional). ¿Necesidad de que ese alma llene nuestro vacío? Lo ilícito es forzar esa entrega.
La pobreza y la enfermedad cambian de forma sorprendente el valor de los sentimientos y de las complicaciones emocionales (pag 87)
Por supuesto. Y añado: también trastocan y revolucionan los sentimientos. ¿Confiar en que la realidad irrumpa en una pasión para que el humo se disipe? Lo verdaderamente heroico sería dejar que el fuego se agote al quedarse sin leña. No puede haber más leña en el fogón que ahora está ardiendo que en el abandonado. Pero duele tanto que este último se haya quedado frío.


¿Qué sabía? Simplemente, que en los asuntos del corazón no hay consejo que valga (pag 112)

No valen porque no se quieren oir. Pero sí hay consejos válidos, porque todo se repite y todo responde a mecanismos casi eternos de tan repetidos. Pero el aconsejado, el que necesitaría una guía, no quiere el consejo. Quiere sentir, vivir el sentimiento, aunque sepa (pero a esa sabiduría se la reprime) adonde llevan esos sentimientos. Ha de agotarse el fuego, ha de cumplirse el ciclo. ¿Se puede acelerar el proceso? Seguramente sí, pero imagino que no es lícito (el pecado del que hablaba el sacerdote).

... la razón no puede iniciar ni detener los sentimientos. Pero puede disciplinarlos (pag 115)

Es el escritor quien está explicando a la primera mujer el desbordamiento del enamoramiento, que deja el alma inundada. Ante ese torrente, todo se ahoga (el pecado del sacerdote, referido con una metáfora similar). La razón no puede nada; a lo sumo procurar encauzar, minimizar los daños de la riada. Pero esa razón necesariamente ha de ser la del que está viviendo el enamoramiento, no la de otro (no, por ejemplo, la de quien se ve arrasado por la inundación). Esa razón, si el enamorado es suficientemente honesto consigo mismo, debería ser capaz de ver lo que siente y sus efectos. Eso quizás no pueda impedir que siga sintiendo; ni siquiera debe implicar una oposición a seguir sintiendo. Pero sí al menos debe funcionar como un asidero de reserva que, luego, cuando pase la primera riada, permita salir más fuerte, conociéndose mejor. Y también debería valer para no dejarse engañar: para distinguir la pasión del deseo de pasión, para notar cuando se está alimentando una riada que ya no existe. Pero quien está enamorado no quiere recurrir a la razón; y si ésta aparece (a lo mejor desde la conciencia), se la rechaza, porque es incómoda para el sentir.

... esa especie de hechizo, ese estado de ánimo de los enamorados ... tiene algo en común con el desvarío de los hipnotizados. No ven nada más que un rostro, no oyen nada más que un nombre. Pero un día se despiertan. (pag 128)

Sin comentarios.

Todas nuestras explicaciones de los acontecimientos están viciadas por un irremediable halo literario ... La autocompasión, las mentiras sentimentales y las complicaciones artificiosas ... (pag 137)

Habla Peter y me siento muy cerca a sus opiniones en este asunto. En los últimos meses me vienen resultando cada vez más odiosas las metáforas. Se dicen frases ambiguas, algo rimbombantes, que suenan muy bien y que apenas precisan nada. No es sino una forma de mentira, de esconder la verdad, de no atreverse a mostrar lo que se siente en su desnudez. No necesariamente nacen de una voluntad de engañar; con frecuencia es el miedo a la honestidad, la incapacidad de exponer lo que se siente (incluso ante uno mismo). También (sobre todo) es un mecanismo de defensa emocional, una autojustificación hermosa que permite seguir sintiendo, dejándose arrastrar por la riada emocional sin tomar las riendas del propio alma. Naturalmente, mientras la riada tenga empuje, la mentira literaria no molesta, ayuda a disfrutar. Pero se sale igual o peor que se ha entrado; sin haber crecido en el conocimiento de uno mismo; con rencores contra quienes no han sido capaces de mantener una inundación (y todas las inundaciones se acaban) e insatisfacciones de las que se acusa al mundo. Es la autocompasión (acompañada muchas veces de orgullo): no se quiere ver que el dolor está dentro de uno.

Ojalá pudiéramos enfrentarnos con honestidad a nosotros mismos. Y desde nuestra verdad (sin metáforas engañosas) ofrecer am

Pero en lo que me resta de vida yo también quiero entregarme a una pasión. La pasión por la verdad. No voy a tolerar que sigan mintiéndome, ni la literatura ni las mujeres; y no me permitiré en caso alguno mentirme a mí mismo (pag 137)

¿Puede ser capaz alguien de lograr esta meta? Es doloroso. No obstante, creo que es una exigencia ética básica; quiero decir que debe estar en la base de cualquier otro esfuerzo de superación personal.

Hace falta mucho valor para dejarse amar sin reservas. Un valor que es casi heroísmo. La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa. ... no hay nada de lo que avergonzarse en la vida excepto de la cobardía, que hace que uno no sea capaz de dar sentimientos o no se atreva a aceptarlos. (pag 146/147)

Quizás la incapacidad de dar sentimientos y/o de aceptarlos no se deba sólo a la cobardía o al orgullo. Yo soy (he sido) bastante incapaz de ambas cosas y, sin embargo, no me considero (al menos, no demasiado) ni cobarde ni orgulloso. Puede que esta incapacidad provenga de frustraciones, de amputaciones que uno haya sufrido; así, lo que sea que debe funcionar para que circule (en ambas direcciones) la transferencia del sentimiento con el otro está medio atrofiado. Pero aun así, hay que reconocer que esta explicación es insuficiente, y hace falta recurrir a la cobardía y/o al orgullo. Porque, salvo que uno sea tonto (pero muy muy tonto), te das cuenta de que los sentimientos no están circulando con la fluidez que debieran (y eso levanta murallas). ¿Y por qué no remedias esa atrofia? Cobardía, orgullo ....

... el amor mal interpretado o erróneamente exigido causa más víctimas que la lejía, el automóvil y el cáncer de pulmón juntos. Las personas se matan con el amor como a través de una emanación invisible y letal. Exigen cada vez más amor, quieren para ellos toda la ternura del mundo. Desean sentimientos completos, totales, pretenden extraer de su entorno toda la fuerza vital con la avidez de ciertas plantas gigantescas que absorben sin piedad de los acuíferos y los mantillos de su alrededor toda la humedad, la fuerza, el aroma y la luz. El amor es un egoísmo sin control (pag 167/168)

Se refiere (así lo dice) al amor erróneamente exigido. Sobre todo, creo yo, al enamoramiento. Pero ¡qué difícil es interpretar bien el amor! Casi hay que ser un santo. Y que jodido cuando quieres hacerlo demasiado tarde y ya no te dejan dar lo mucho que tienes para dar.

No se pueden juzgar las elecciones fundamentales de la vida en términos tan comerciales. No es cuestión de que merezca o no la pena sino de que uno se vea obligado a hacer algo porque así lo ordena su destino o las circunstancias, o su temperamento, o sus glándulas hormonales ... y entonces uno supera su cobardía y actúa (pag 170)

Tal como está construido el personaje, no creo que con estas frases quiera decir que es éticamente bueno hacer lo que ordena el destino (o quien sea que lo ordene); simplemente, que no hay tu tía, que en determinados momentos de la vida se impone la necesidad de vivir (de sentir) algo. Es decir, acepta la inevitabilidad de la fuerza de algo externo que se le impone al hombre y que lo arrastra consigo, independientemente de que ello merezca o no la pena o, incluso, de que sea bueno o malo (para él y para los demás). Volviendo a la riada: no se puede evitar dejarse arrastrar por la riada. Los que nos quedamos fuera de ella no podemos hacer nada sino esperar a que pase y, en todo caso, intentar poner algunos diques (débiles) protectores. Y, por supuesto, confiar en que, aunque esa persona se esté dejando arrastrar, no renuncie a la honestidad.

Quizá entonces todavía ... esperaba que existiese un cuerpo, un único cuerpo capaz de acoplarse en perfecta armonía a otro cuerpo para aplacar la sed del deseo y el hastío de la satisfacción en una especie de manso reposo, en ese sueño que los hombres suelen llamar felicidad. En la vida real no existe, pero yo entonces no lo sabía (pag 187)

Ciertamente que la perfección y la completa calma del deseo y del hastío no se encuentran en ningún cuerpo. Pero yo sí he sentido en un cuerpo un alto porcentaje de esa paz a la que se refiere; y efectivamente, aunque efímera, esa sensación es de felicidad (a lo mejor, porque dejas de ser sólo tú y sientes que has anidado en otra alma; seguramente es una sensación engañosa esa de acariciar una especie de trascendencia: al final siempre estamos solos).

Pero para el delirio no hay explicación. Tarde o temprano irrumpe en todas las vidas ... y quizá sea muy pobre la existencia que no se ha visto arrastrada al menos una vez por la tormenta del delirio. .... ¿Me preguntas si me arrepiento? No, no siento el menor arrepentimiento. Pero tampoco puedo decir que aquellos minutos recojan el sentido de mi vida. Simplemente sucedió, igual que una enfermedad; (pag 195/196)

¿Y si lo que uno ansía es estar siempre enfermo? Supongo que hay que buscar (y encontrar) el equilibrio. Sin inundaciones, pero también sin sequías.

Y mientras tanto, ambos lo saben todo: el paciente sabe que está muy enfermo y el médico también lo sabe, y sabe además que el enfermo sospecha la verdad sobre su enfermedad y que sabe que el médico se la oculta. Pero ninguno puede hacer nada, hay que esperar hasta que la enfermedad hable por sí misma. Y entonces habrá que intervenir como sea. (pag 202)

La enfermedad es el sentimiento que inunda el alma. Quien lo sufre sabe que está enfermo (pero quiere seguir estándolo); quien le ama (y ha sido apartado por la riada) sabe lo que está pasando. Y el enfermo sabe que el otro lo sabe (porque no se lo oculta, a diferencia del médico; aunque no quiere creerle). De todas formas, el resultado es el mismo: nadie puede hacer nada, salvo esperar que la enfermedad llegue a una crisis. Y entonces: ¿cómo se interviene?

Y los celos ... ¿Qué sentido tienen? ¿Qué hay detrás de ellos? Vanidad, por supuesto. ... el carácter de un ser humano está compuesto en su mayor parte de orgullo; el resto es una mezcla de deseos, generosidad, miedo a la muerte y sentido del honor. Cuando un hombre enamorado camina por la calle con los ojos inyectados en sangre porque teme que una mujer -que es igual de orgullosa y desgraciada que cualquier otro ser humano, que también está llena de deseos y de soledad, sedienta de felicidad- pueda estar descansando en los brazos de otro hombre .... lo que pretende no es salvar el cuerpo o el alma de su amada ... sino resguardar su propio orgullo ... (pag 241)

Puede que sea así, aunque no creo que en su totalidad. Y en cualquier caso, aunque se admita que es vanidad, amor propio ... ¡qué difícil es asumir que la persona amada ama a otro! ¿Por qué? ¿Porque nos está quitando un amor que pensamos que debe dárnoslo a nosotros? Entonces sí sería vanidad. Esto supone creer que el amor es cuantitativo y, por tanto, lo que se le da al otro se le quita al uno. Desde esa concepción, ya no es sólo vanidad; también hay miedo a perder el amor, a perder a la amada.

La cuestión es si es verdad que el amor sea cuantitativo. En términos generales tengo bastante claro que no. Se puede amar a más de una persona y no creo que ello implique disminuir la cantidad de amor hacia uno cuando se aumenta la que va hacia el otro. Ahora bien, en términos prácticos creo que es muy difícil, al menos para bastantes personas. Y sobre todo el amor pasional, porque me da la impresión de que este sentimiento es excluyente, ya que tiene una componente obsesiva muy fuerte. El enamoramiento te absorbe y, por tanto, sólo eres capaz de dirigirlo hacia el objeto de pasión, no se puede (creo) compartirlo. Los celos entonces, entendidos como miedo a perder amor de la persona amada, sí tienen base real.

Pero también es cierto que cuando la persona amada se enamora de otro es porque no está enamorada de uno. Lógicamente, si el amor apasionado es excluyente y obsesivo, no puede dirigirse hacia otra persona cuando ya existe: si ella está enamorada de mí, mientras lo siga estando, no puede enamorarse de otro. Por tanto, si se enamora de otro no me está quitando esa pasión porque, simplemente, ya no me la estaba dando.

En el momento de enamorarse de un tercero, la persona amada está llenando (o empezando a llenar) un vacío que existe: la falta de estar enamorada de mí, la falta de pasión hacia mí. Así pues, se enamora porque está predispuesta a enamorarse y, obviamente, aparece alguien de quien puede hacerlo (que activa los mecanismos adecuados para que se dispare el enamoramiento). Y a partir de ahí, la pasión se vuelve el sentimiento más fuerte (por su propia naturaleza) y tiende a excluir los demás. Puede seguir amando al anterior (del que no estaba enamorada), pero ese amor queda latente, sepultado bajo la abrumadora inundación de la nueva pasión. Y además, ese amor hay que ponerlo en "stand by" porque molesta al fluir libre y exagerado del enamoramiento.

El enamoramiento es una droga maravillosamente embriagadora, una borrachera de endorfinas que mantienen a quien lo vive en una excitación brutal. ¿Cómo no sentirse vivo? Lleno de vida, de entusiasmo. Y si es un enamoramiento poco teñido de realidad (con poca convivencia, sin irrupciones de las vulgaridades normales de la existencia), mucho mejor porque la pasión rellena e idealiza la relación, se retroalimenta.

¿Puede el amante abandonado competir con ese nuevo enamoramiento para recuperar su amor? Desde luego que no; o al menos no mientras la inundación esté en la fase de crecida caudalosa. El amante abandonado hubiera debido darse cuenta de que la pasión había desaparecido y, sobre todo, de que ella ansiaba sentirla. Seguramente no es posible, en una relación estable, mantener la pasión; pero sí debe poderse llenar la necesidad de afectividad, de amor con continuidad; e incluso reinventar la relación para evitar la sensación de hastío, de abandono, de alejamiento (sobre todo) entre los dos.

La lección que se aprende es que hay que evitar la desidia, que en una relación hay que estar constantemente atento a los sentimientos y necesidades afectivas del otro. Pero eso es un esfuerzo grande, que solo se justifica si realmente ambos amantes quieren mantener la relación, quieren que su relación sea el ámbito en el que buscar la felicidad, en el que crecer y resolver sus ansiedades, etc. Llego pues a algo de lo que hace tiempo que estoy convencido: conservar (y hacer crecer) una relación amorosa es principalmente (no solo) cuestión de voluntad; hay que querer, hay que empeñarse en que funcione, en que sigamos siendo felices.

Y en este punto es obvio que uno solo no puede. Uno puede estar atento a las carencias del otro e intervenir para saciarlas. Pero el otro debe ser capaz de hacérselas ver, no debe dejar que sus vacíos vayan ahondándose, no debe callar mientras nota que se ensancha el alejamiento. Sin embargo, llegados a una determinada etapa del desencanto, el pecado de omisión no es sólo por falta de voluntad; seguramente entonces uno no se siente capaz de salvar la brecha que nos separa: ve que las cosas van mal, pero se resigna, se nota débil.

Total, que uno se queda celoso, asistiendo al enamoramiento de aquella a quien ama y comprendiendo los errores cometidos y sintiendo, a la vez, que el comprenderlos no le vale para lo que más quiere en este momento: recuperar a su amante, que la pasión que ella siente vuelva hacia él. Uno se promete que en el futuro intentará estar atento, se esforzará en aprender a dar amor, en no dejar que el vacío vuelva a surgir en el corazón de su amada; pero, al mismo tiempo, duda de que haya un futuro con ella en el que pueda poner en práctica sus propósitos de enmienda.

Así que se atormenta, vive en una tristeza continua, se emociona hasta el llanto con cualquier recuerdo de los muchísimos momentos juntos, se angustia ante la probabilidad cierta de que no vayan a repetirse. Y además, se desespera ante la incapacidad de hacer nada. Necesita hacer algo, enfrentarse a esta tremenda agresión a su amor, a su vida. Pero no puede hacer nada, al menos nada inteligente, nada que conduzca a recuperar su relación.

Sólo esperar. Esperar a que la pasión se extinga (o se atenúe). Esperar a que ella vea algo más que su sentimiento excluyente. Esperar a que comprenda que ese sentimiento es una borrachera de sus propias necesidades y que, por tanto, no se resuelve con un enamoramiento ilusorio, porque no tiene las bases para dar paso al amor. Esperar a que entonces, cuando eso ocurra, vea que yo estoy ahí, amándola, ansiando reconstruir con honestidad la relación.

Sólo esperar y, en todo caso, hacerle ver con continuidad que estoy aquí, a su lado, aunque no sea físicamente, aunque la moleste. Y este es otro asunto poco claro: ¿cuánto y cómo debo hacerle ver mi amor? Porque el hacérselo ver le resulta lógicamente incómodo; es una interferencia en la vivencia intensa del enamoramiento. Es (puede percibirse así) un reproche mudo. Y la defensa de la parte de ella que quiere vivir esta pasión podría ser el revolverse rencorosa, cogerme tirria, buscar más argumentos para pintarme como el mal bicho que la hace infeliz y poder justificarse (en su plano inconsciente).

Supongo que hay que encontrar un equilibrio: no agobiarla, pero tampoco dejar que olvide que estoy aquí, esperándola. Quiero que ella tenga presente siempre que la quiero y quiero que volvamos a estar juntos, que quiero reconstruir nuestra relación desde la honestidad, que sé (no que sospecho) lo que está viviendo y que, aunque me duele, entiendo que necesita (en estos momentos) vivirlo, que quiero que no se engañe ....


La cuestión es si podré aguantar. Si podré seguir queriendo lo que quiero, si me nacerá el rencor, si haré alguna gilipollez. No lo sé. Y me imagino que ella no debe ni habérselo planteado .. o quizás sí. Obviamente, el factor tiempo es fundamental: ¿cuánto va a durar esto? Porque está claro que hasta que el enamoramiento no afloje yo no tengo posibilidad de recuperarla, no tengo ni siquiera posibilidad de que me deje llegar mínimamente a su corazón, porque está totalmente ocupado. Además, ella lo sabe y evitará darme oportunidades para que haga flaquear su pasión.

Me he desviado demasiado en el comentario a esta cita. Para acabar: celos, sí hay y sí nacen del orgullo, pero sobre todo del miedo a perder a alguien a quien quiero tanto. Lo que pasa es que los celos pesan en mis sentimientos muchísimo menos que el dolor y el deseo de recuperarla. Y como interfieren en este deseo, los arrincono, los obvio. Mientras aguante.


Pero la esperanza no es otra cosa que miedo de aquello que más deseamos y en lo cual no creemos ni confiamos del todo. (pag 249)

Así es ahora mi esperanza.

el amor, si es verdadero, siempre es letal ... su fin no es la felicidad ... el amor es una llama más siniestra, más trágica. Un día se enciende el deseo de conocer esa pasión destructiva ... La naturaleza regala al ser humano la pasión, pero pretende que esa pasión sea incondicional. En cualquier vida digna de tal nombre llega un momento en que uno se hunde en una pasión. (pag 251/252)

Naturalmente, se está refiriendo al amor pasional. Por eso no dura, por mero instinto de supervivencia. A lo mejor vivir exige un pacto personal e íntimo (un equilibrio) entre el ansia de pasión que se lleva dentro y las restantes cosas, tam bién necesarias para alcanzar cierto grado de felicidad. Y sobre todo, para no palmarla. Me acuerdo de la canción de Sabina: "porque el amor, cuando no muere, mata / porque amores que matan nunca mueren". Es muy bonito, muy poético, pero falso. Esos amores siempre mueren, ya sea porque no se pueden aguantar o, en el peor de los casos, porque matan de verdad (y los muertos no aman).

Dos personas que significan algo la una para la otra no pueden vivir guardando un secreto en el corazón. En eso consiste la traición. (pag 258)

Sé de más de uno/a que no están de acuerdo. Ciertamente dos personas que se aman sí pueden guardar secretos entre sí, pero esos secretos, a la corta o a la larga, son rémoras en su amor. Lo ideal (para mí) es que no sintiéramos la necesidad de ocultar secretos. Pero es un ideal que costará mucho conseguir (y probablemente no se conseguirá). Como en casi todo, lo importante es la voluntad de esforzarse en lograrlo.

Si uno sabe que está ocultando secretos al otro, no es que deba desplegarlos, pero sí preguntarse por qué tiene que esconder esa parte de sí. Y normalmente será porque ese secreto llena algo que el otro no le llena. Y entonces, quien oculta habrá de cuestionarse (si es honesto consigo mismo) si lo que conviene es intentar llenar ese vacío (con lo que, de lograrlo, la necesidad de ocultamiento desaparece) o es mejor (por diversos motivos) renunciar al intento, admitiendo que en esa relación no puede encontrar todo lo que quiere (y aun así seguir porque le compensa). Intuyo que esta segunda opción, aunque sea la que en muchos casos haya de imponerse, es peligrosa a medio plazo.

Otra cosa distinta es si puede mantenerse una relación cuando el secreto ha sido descubierto, pero se sigue negando, se sigue intentando ocultarlo.

La historia entre dos personas tiene que llegar siempre hasta el final, hasta sus últimas consecuencias, si es necesario hasta la aniquilación. (pag 263)

Pues vale: hay que apurar hasta la última gota, por amarga que sea. ¿Es lo que me toca o me estoy poniendo melodramático?

Día tonto

Día tonto

Aunque debería decir "días tontos" porque llevo una temporadita en que mi índice de productividad está por los suelos. En el curre no produzco apenas y se me van las mañanas (y con frecuencia las tardes) sin avanzar casi nada. Y lo grave es que trabajo hay por un tubo. Conclusión, las tareas pendientes se van acumulando y el toro, algún día, me pillará, por muy experto que me vaya haciendo en escaquearme. No era ese mi estilo para nada, pero todo se pega (menos la belleza).

Excusas hay. El teléfono no para de sonar, reuniones a cada rato, dudas de "mis chicos" que he de atender ... Pero, siendo honesto (aunque lo negaré en un Tribunal), todas esas circunstancias se han dado siempre y, no obstante, antes producía significativamente más. Así que digamos la verdad: estoy desganado.

Y no es que no me apetezca trabajar, o hayan dejado de interesarme las tareas pendientes. ¡Qué va! A cada tema que surge le dedico un buen rato de reflexión, casi hasta fantaseo en el sentido de que dejo volar mis pensamientos, hasta empiezo a redactar mentalmente y organizo lo que hay que hacer, el cómo, quién, etc etc. Pero NO HAGO nada. Así que el tiempo va pasando en ensoñaciones, laborales y no laborales (de estas últimas hay algunos temas que consumen más tiempo neuronal que otros).

Pero, junto a la verdad de mi desgana productiva hay otra también innegable: tengo que obligarme a currar, necesito alcanzar una mínima eficacia productiva o va a haber problemas a corto plazo. Y, de momento, no me conviene tenerlos. En concreto tres asuntos urgentes y no demasiado imposibles de resolver en plazo y de forma suficientemente satisfactoria. Primero, las correcciones que me ha pedido P para la entrega de SU trabajo en un par de semanas; moraleja: tengo que obligarme a no ofrecerme siempre a hacer tareas que no me correspondan, aunque crea (incluso aunque esté seguro) de que las haría mucho mejor que el otro. Segundo: preparar las presentaciones en power point para el Master que empieza la semana que viene; al menos que la documentación que se entregue a los alumnos dé el pego (en cuanto a las charlas, tengo ya bastante experiencia como para salir del paso airosamente). Tercero: Informe sobre la propuesta turística elaborada por JD: habré de hilar muy filo con los argumentos jurídicos porque está claro que quieren montar bronca.

Estos tres temas deben quedar completamente resueltos en los próximos 10 días. Así que he de ponerme manos a la obra y disciplinar mi tiempo. Además, entre medias, la colaboración con JR en su estudio. En fin, y yo que estoy tan desganado ... De todos modos, imagino que es cuestión de ponerse a correr y cuando ya estás en marcha y has cogido el ritmo ni te das cuenta. Obviamente, mientras más tiempo me regodee en mi pereza más perezoso me vuelvo.

Pese a todo, no quiero renunciar a una dosis diaria de pereza "meditativa", porque creo que la necesito y que de ella han de surgir caminos a seguir. He de cambiar tantas cosas ...

PS: Preciosa, como sólo tú puedes leer estas notas absurdas, si lo haces ponme un comentario. El apunte de hoy va acompañado de una interpretación abstracta de mis rosas que quieren ser besos.

Inseguridades y pensamiento negativo

Brennan dice que las formas de pensar son realidades energéticas y, como tales, se van desarrollando a medida que uno mismo las alimenta con pensamientos habituales, les va dando importancia. Lógicamente, el pensamiento condiciona nuestra forma de ser, nuestro carácter. Además, atrae pensamientos similares de otras personas.

Liberarse de los pensamientos negativos ("disociados" los llama Brennan) parece un requisito para "curar" las partes de uno mismo condicionadas por esa negatividad. Esos pensamientos pueden estar muy dentro de la esencia de nuestro carácter,  podemos no ser conscientes de ellos. Pero también podemos ser conscientes de ellos, saber incluso que son negativos y, sin embargo, tenerlos asumidos.

Uno de mis sistemas de pensamiento más arraigado se refiere a mi inseguridad respecto a mi atractivo físico y, también, a mi comportamiento sexual. Sé que estos miedos generan por sí mismos falta de atractivo hacia los demás y fracaso sexual. Lo sé, pero eso no evita que la inseguridad siga ahí. La crisis reciente no ha hecho sino agrandar esos miedos.

Pero la crisis reciente también ha hecho aflorar en mí un deseo muy intenso de querer (de amar), de dejar salir mis emociones, de "romperme". Siento (lo percibo dentro de mí, unas veces más intensamente que otras) que con Mari Carmen podría dejar salir ese dolor que bloquea mis ganas de querer, de dar ... Y, al mismo tiempo, cuando imagino el encontrarme con ella, el abrazarla, siento punzadas de inseguridad, el miedo a defraudarla.

Quizás me muera con estas inseguridades ... Ojalá que no. Lo curioso es que mi imagen es la de una persona muy segura, un referente para los demás, alguien fuerte. Y lo soy, en muchos aspectos ... ¿será un efecto de compensación?

Las Almas y el Karma (aproximación)

Las Almas y el Karma (aproximación)

La base de casi todas las religiones es que el ser humano, además de su parte material y mortal, cuenta con otra espiritual e inmortal: el alma. La existencia del alma suele ser negada por los ateos y los materialistas. Desde el campo de la ciencia se ha tratado de identificar el alma con la conciencia (la autoconciencia); por lo visto, Francis Crick (premio Nobel en 1962) la encontró y pesa 21 gramos.


Aceptada la existencia del alma, está la teoría de la reencarnación, negada en el cristianismo. Según ésta, el alma va "encarnándose" sucesivamente en distintos cuerpos durante un proceso muy largo (en el hinduismo es el samsara). La liberación del samsara significa que el alma ya no vuelve a reencarnarse y va al "Cielo". En el fondo, con la variante de que no basta con una sola vida, el esquema tiene mucha relación con el del cristianismo y la mayoría de las religiones.

Karma significa (sánscrito) acción. En realidad, el Karma es como lo que se deposita en el alma como resultado de sus acciones en la tierra. Dice Brennan que el karma es la causa y efecto a largo plazo. En todo caso, el karma es el motor de la rueda de las reencarnaciones.

Pues bien, parece ser que el alma, antes de cada reencarnación, se reúne con sus guías espirituales para planificar su vida futura. Estos guías espirituales, para algunas doctrinas, son los "señores del karma" quienes juzgan el karma después y antes de cada vida. El caso es que en esa planificación previa se decide el tipo de vida que va a ofrecerse al alma con el adecuado abanico de opciones para llevar a cabo sus tareas de crecimiento, de mejora del karma. Naturalmente, una vez que el alma se encarna (durante el embarazo) se "olvida" de esa reunión previa, así como de la anteriores encarnaciones.

Los "recuerdos" de las otras vidas, la conciencia de quién es realmente el alma (más allá de la encarnación presente), están en en una de las capas del cuerpo aural (en la séptima, creo). Quienes son capaces de acceder a este cuerpo aural "verían" sus vidas pasadas y comprenderían mejor las circunstancias y porqués de la actual encarnación.

Cuesta digerir todo esto ... Mira que es complicado para una mente occidental, ordenadita y que le gusta que le expliquen todo despacito.


Reiki

Reiki

Esta mañana post prima noche carnavalera, entre las 10 y las 11 (más o menos) me he dado una sesión de Reiki. Se supone que estoy en los 21 días de purificación y debería hacerlo diariamente a fin de "abrirme" los chakras. Pero no soy nada aplicado; pareciera que me resisto a concederme cuarenta minutos (son algunos más, con los preparativos) diarios de tranquilidad y relajación y seguro que me vendrían muy bien. Pero suelo llegar tarde a casa y lo que hago es ver un rato la tele, o internetear, o leer ... y cuando me acuesto hace demasiado sueño para nada.

Antes de empezar estaba leyendo el libro de la Brennan. Me vino a la cabeza la idea tantas veces y de tantas formas oída últimamente: para poder sentir, percibir ... lo que no se puede sentir, percibir ... con la razón, es necesario acallar la mente racional, no dejar que los pensamientos "lógicos" interfieran. Porque si interfieren, automáticamente lo que puedes estar empezando a percibir, sentir ... desaparece, se vuelve inasible. Lo desesperante (al menos en la fase en que me encuentro) es que siento, percibo muy poco, y todo muy etéreo, débil, impreciso ... y claro, trato de fijarme y se me disparan mis recursos recionales ... y plafff: des-sintonizo.

Soy muy muy racional y muy poco no racional. Así que me cuesta muuuuucho acallar mi racionalidad para notar, sentir, percibir esas cosas que no sé muy bien definir (definir es racional) y que están relacionadas con las emociones. Pero sé, estoy convencido, de que ese camino debo esforzarme en transitarlo. No sé muy bien cómo, pero sé que debo hacerlo, que debo sacar cosas que tengo atrofiadas dentro. En estos últimos meses muchas de ellas han tocado la puerta.

El Reiki lo considero una herramienta para transitar por ese camino. Me cuesta creérmelo, en especial la parafernalia simbólica. Pero, al menos, me esfuerzo en no dejar que mi escepticismo sea una barrera, en permitirme relajar mi mente y atender a lo que siento, a lo que noto, sin preocuparme de entender o de explicar nada. Me han dicho que con eso es suficiente. Y, al fin y al cabo, siento cosas. No demasiado, pero siento ... Confío en que todo se irá andando.

Esta mañana, por primera vez, me di la sesión de Reiki desnudo. Quería comprobar si el aplicar las manos directamente sobre la piel producía sensaciones distintas. Pues no lo sé. La verdad que la energía parece notarse igual apoyes las manos sobre la ropa o sobre la piel, o poniéndolas sobre el aura (incluso más en este último caso, pero es más cansado). Bueno, en todo caso, estaba metido bajo sábana y manta, que hacía frío.

Empecé con las manos sobre el primer chakra: abrí algo las piernas y apoyé la derecha (y la izquierda sobre ella) en el perineo, entre los genitales y el ano. Al principio, como ya es usual tanto en mis sesiones como en las pocas que he hecho a otros, apenas sentía nada. Poco a poco iba notando un aumento importante de calor, cada vez más concentrado en el punto del chakra (o al menos, así me lo parecía). Enseguida empecé a sentir como un cilindro de materia densa pero no sólida (¿energía?) que entraba (creo que entraba, pero dudo con el sentido del flujo) por el chakra alineado con el eje de la columna. Era una sensación principalmente física, no tanto visual (la imagen resultaba de la percepción cuasi-tactil) y muy localizada. Al mismo tiempo, y no de forma continuada, sentía punzadas de ansiedad en el pecho y en el estómago, que se calmaban algo con el cilindro de energía (como si pidieran esa energía que les venía desde el extremo inferior). Estuve bastante tiempo con las manos quietas sobre este primer chakra, porque me daba la impresión de que lo requería; sentía como la necesidad de dejar ahí las manos. De hecho, las quité un poco forzándome.

En los chakras segundo (ombligo) y tercero (plexo solar) no sentí gran cosa. Estuve el tiempo más o menos normal (unos cinco minutos en cada uno) y bastante relajado. Luego pasé al cuarto, el del corazón (más bien en el centro del pecho). Este chakra debía estar revuelto porque lo notaba muy vibrante. Como en los restantes, las sensaciones fueron viniendo in crescendo, a medida que pasaba el tiempo. Sensación agradable de relajación y de pronto me empiezan a venir a la mente imágenes, como una película en blanco en negro, en la que yo actúo y hay otras personas (mujeres). No hablamos ni tampoco descubro el argumento. El estilo un poco cine americano de los cincuenta, cine negro (las escenas eran de interior, como en lo que podría ser un despacho de detective de cine negro). El caso es que la película aparentemente nada tiene que ver con lo que yo haya estado pensando (no son pensamientos que yo llame) y ni siquiera sé si me significa algo ... En fin.

En los últimos tres chakras tampoco ninguna sensación especial. Al contrario que en el primero iba progresivamente sintiendo ganas de acabar, como si las manos estuviesen inquietas. Así que fueron pocos minutos en cada uno. Para acabar dejé mis manos al lado del cuerpo, boca arriba y me relaje sintiendo el peso, sobre todo, de las piernas y de los riñones sobre el colchón. Relax absoluto, placer y calma casi perfectos. Unos diez minutos con el cerebro casi en blanco (tenía que haberme concentrado en la respiración, pero me olvidé) y lentamente pa'rriba. Ducha, vestirse y a sacar a la perra al parque y a comprar El País. 

 

 

Problemas

Llevo como una hora escribiendo y, aunque no había acabado, voy y doy al botón de Publicar. Luego "salir al blog" y aluciono: los cinco o seis largos y meditados párrafos del artículo no están; sólo el título. Conclusión: Pago la novatada y no volverá a ocurrir. A partir de ahora a escribir en Word, guardar el archivo en el disco duro y luego copiar y pegar en esta pantallita que es el "administrador del blog". Dicho lo cual, voy a volver a dar al botón publicar a ver si ahora sí funciona.

Pues no funcionó. Navegador Safari: la página de administrar tiene un montón de botoncitos y parece muy chula; escribes lo que quieres y subes imágenes: chachi. Pero le das a publicas y no sale nada de lo escrito (la imagen sí). Cambio al navegador Camino que es de Mozilla como el Firefox para windows tan publicitado entre los blogs. Ahí ni siquiera me deja escribir en la página de administrar. Abro el Explorer para Mac (que prácticamente no lo uso nunca). La página de administrar no tiene botoncitos de edición; sólo la ventanita para escribir y la otra para subir imágenes. Sin embargo sí funciona la publicación.

Conclusión (y va la segunda). Que habré de pasarme al puñeteero PC portatil hasta que vea que funcionan los navegadores desde el Mac.

Nubes rojas del atardecer

Nubes rojas del atardecer

La foto es bonita ... pero me sugiere tristeza. Será que hoy estoy algo melancólico, como sin demasiadas ganas de casi nada. He bajado caminando oyendo canciones de Dylan en el i-Pod. Me venían recuerdos de los 16, 17, 18, 19 años. Los primeros años peruanos. Aquella vez, tumbado en mi cuarto de la casa de Coronel Portillo, con la luz escasa de la tarde y el cassette con las cintas grabadas de Dylan. Recuerdo que entró mi padre y me hizo un comentario sobre lo feliz que me veía. Creo que sí, que lo era. Uno de los pocos momentos en que lo fui en mi adolescencia tardía.

Y ahora con la sensación de que me hago mayor. Para colmo, llevo unos días medio mareado. Cuando me muevo, como una pérdida de equilibrio; todo el rato una presión de sueño sobre los párpados; la visión algo nublada. Supongo que será cansancio.

Desde luego, necesito estímulos energéticos.

Soneto de Miguel Hernández

Soneto de Miguel Hernández

MIS OJOS, SIN TUS OJOS, NO SON OJOS

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

Tienes e-mail

Tienes e-mail

Es decir, lo tengo yo. Que estaba haciendo estas boberías al ordenador y oigo el ruidito del programa de correo y es de (tachán, tachán) ... de Mari Carmen. Y viene con fotitos: ¡Qué linda estás, preciosa! Pues sí, algo se me aplaca el mono ... pero ya sabes, esto es como las drogas duras: más recibo, más quiero. Vas a tener que ir subiendo la dosis. Y encima, ahora me tienes a régimen. ¡Qué envidia le tengo a Mari!

Pero es broma, bobita, encantado estoy de que te lo pases tan bien. Voy a intentar llamarte a ver si te pillo botada en tu casa. Por cierto, hoy busqué el anuncio en la página aquella de internet y ya no está (???).

Te mando miles, millones, de besos volados

Te llegará una rosa cada día

Te llegará una rosa cada día

Te llegará una rosa cada día
que medie entre los dos una distancia,
y será tu silente compañía
cuando a solas te duela la nostalgia.

Te llegará una rosa cada día
augurándote tiempos de venturas,
compañera total del alma mía
propietaria de toda la ternura.

Quisiera ser un mago fabuloso
para trocar las rosas por estrellas,
dejarlas en tu almohada sigiloso
que iluminen tus sueños todas ellas.

Te llegará una rosa y la mañana
será para "vivirla" entre comillas,
tu alma escapará por la ventana
de tu orilla volando hasta mi orilla.

Aquellos que no tienen fantasía
no podrán entender es muy complejo,
que acorta la distancia cada día
recibir una rosa desde lejos.

Te llegará una rosa y día a día
será como quitarle al calendario,
las hojas que nos faltan todavía
para dejar de ser dos solitarios.

Te llegará una rosa cada día
que medie entre los dos una distancia,
y será tu silente compañia
cuando a solas te duela la nostalgia.

Poemita

Dedicado a una catira, si no peligrosa, sí preciosa:

Amar a un hada,
sombra blanca, huella imaginada.
Sus senos absorben el sueño al que me entrego
con el ansia insatisfecha del recuerdo.
Amar a un hada.

Amar a un hada,
contornos, transparencias en mi almohada.
Mi deseo regala el cuerpo de su alma
como si pudiera engañarse al alba.
Amar a un hada.

Amar a un hada.
Etérea, su consistencia es mi mirada.
El carmín de sus labios, el rosado de su cara,
los párpados tiznados: pinturas en la nada.
Amar a un hada.

Amar a un hada

Para darme ánimos

Para darme ánimos

¿Quién no va a animarse recibiendo un beso de una muchacha tan preciosa? Aaaaaaaay, qué ganas tengo ...












¿Qué hago aquí?

Pues no lo sé. O sí lo sé; probar. Probando por vez primera a hacer un blog. De momento, ni sé de qué voy a hablar ni ná de ná. Se trata de jugar, ir probando. Cómo se cambia la tipografía, el color, etc, etc.

Pero de momento no tengo nada que contar a nadie, así que son pruebas privadas que nadie ha de leer. Bueno, sólo hay alguien a quien no me importaría invitar a echar una fisgadita. Sí, eres tú; pero tú sola; que nadie más mire por aquí hasta que vaya madurando (si es que algún día ha de madurar). Pues eso: Hola Mari Carmen. Ahorita mismo, estoy pensando en ti ... y sonrío.

Para que conste, diré algo trascendente: hoy es domingo, llevo todo el día sin dar ni chapa y en pensaba ir a ver Munich, la última de Spielberg (al final, lo dejo para mañana lunes).